¿Cine vs. antropología? la difícil relación entre arte y ciencia: Judea, semana santa entre los coras (1974) de Nicolás Echevarría.
En el camino de la experiencia fílmica en México, se produce entre 1973 y 1974 Judea, semana santa entre los coras de Nicolás Echevarría. Un ensayo cinematográfico, cuya fortuna se juega en el camino de la poesía y la música, alejada de la antropología convencional, es una película creada junto con el compositor Mario Lavista, quien por ese entonces, experimentaba con los sonidos de la improvisación electro-acústica e inauguraba, con la composición sonora de la película, el primer laboratorio de música electrónica en el Conservatorio Nacional de la ciudad de México:matiza el cineasta nacido en el estado de Nayarit.
Echevarría fotografió con una cámara bolex 16 mm y película de emulsiones distintas llegadas por “donación de amigos y del taller de cine donde había trabajado en Nueva York, en el Millenium Film Workshop lugar donde se adquirían películas gratis de la Kodak, por caducas”;unaaparente desventaja “incluida mi ignorancia sobre el tema” −comenta el cineasta−, fue utilizada a favor, haciendo coincidir ciertos elementos que por accidente cobraron sentido en el montaje: “El material caduco (rojo, y prácticamente monocromático) se utilizó en las escenas más violentas”, menciona Nicolás, al hacer referencia a su trabajo que documenta uno de los rituales más espectaculares, poco vistos, y controvertidos: la Judea de los coras.
La película, comienza con el movimiento de una ventana que nos sumerge en otro mundo, otra dimensión para enfocarse en la imagen de un joven.